miércoles, 30 de septiembre de 2015

I´M THE FASTEST FAT ALIVE IN THE WORLD

Esta vez, las pruebas veraniegas fueron cuatro. El atraso de las fiesta de Bilbo hasta la última semana, desplazó a las de Trapagarán y no pude correr su herri krosa por coincidir con las pruebas físicas de Eibar. Así que me quedé con la Travesía a Nado, la Hiri Krosa de Bilbo, la Course Navette del stage de pretemporada y la popular de Derio.

Como espero que sea algo habitual, el verano competitivo empezaba en Julio con la Travesía a nado. Este año, sí preparada. Desde Febrero, nadaba todas las semanas, recorriendo 900 metros (36 largos en la piscina de Artxanda) en los dos últimos meses antes de la prueba . Con esto y la experiencia del anterior año esperaba batir mi record. En el agua estaría también mi compañero Juanjo, ganador de la de hace dos. Pero él compite en otro nivel (quedó octavo) y al entrar en La Ria, él se fue a posiciones delanteras y yo a traseras con la táctica de siempre. Empezar el último. La cosa iba bien porque la ola de calor había calentado el agua y no había shock. Tras dar el pistoletazo incluso nadé un par de metros en perpendicular para salir sin obstáculos. Concienciado de que tenía ritmo, inicié la prueba nadando como lo había entrenado. Con tranquilidad y tomando como referencia la boya de vuelta. Lo más pegado al centro del cauce para evitar nadar de más al llegar a dicha boya. Alardes, ni desde el sofá. Iba yo tranquilo cuando de reojo veo que por la derecha se me echa uno en diagonal. Me voy un poco más a mi izquierda a ver si me esquiva. Lo controlo porque tampoco me quiero desviar de mi calle pero al final, sus manos impactan en mis rodillas. Se da cuanta y se abre. Pero metros más adelante, lo vuelvo a ver pegado a mi. Tras otro toque, me freno ligeramente y lo dejo pasar. Cojo su estela y llego hacia la boya. Iba tan al centro que al dar la curva me topo con la cuerda que la sujeta. Esta vez no paro y sigo nadando. Un espectacular visión del Zubizuri desde abajo será un recuerdo imborrable. La vuelta. Mucho rezagado. Me abro al centro de La Ria y cojo referencias. Sabedor de que la distancia es mas larga de lo que parece aguanto un poco más y en cuanto veo libertad empiezo a remontar. Intento no mirar la meta en lontananza y adelanto a dos. Estoy cómodo y acelero. Adelanto a uno que intenta aguantarme el ritmo. Más pendiente de él, no me percato de que me echo encima de otro. En el último momento percibo sus pies y me freno abriéndome más al centro. Veo la meta, dos rivales y arranco con fuerza. Pero ambos me aguantan la embestida. Fuerzo pero me doy cuanta de que me he desviado  y fuerzo más para recuperar la línea recta sobre la llegada.
Al final, uno de ellos sucumbe a mi poderío pero el otro se me va en el último esfuerzo. Llego tan cansado que la primera intentona de tocar la goma es un fracaso y tengo que elevarme con mis últimas fuerzas para tocar de nuevo. Al final, el que me ha superado me pide perdón porque era el de las diagonales. No se ni como sabe que soy yo porque para mi, en el agua, son todos iguales. Al final, 18.07, mas de 2 minutos de mejora y 6 por detrás de mi. Con este tiempo, el año anterior habría dejado a 16 por detrás de mi.

Agosto era el mes para la Hiri Krosa de la Aste Nagusia Bilbaina. El hecho de haber sacrificado días de correr por nadar y con la idea de tener mas chispa en distancias cortas, llegaba con menos días de entrenamiento y menos longitud en los circuitos pero con mas hambre y sin tanto cansancio mental que el año pasado. Otra dato: hacía 34 grados y eran las seis de la tarde. Esto le daba un obstáculo más ya que yo corro con el nacer de los rayos de la Aurora. Otra vez una multitud y otra vez, como el año anterior problemas para coger espacio. Tanto que al adelantar a una chica la pisé la zapatilla y en uno de los cambios de dirección, un codo me golpeó en el ojo. Poco a poco se fue estirando la carrera hasta llegar al embotellamiento del descenso del puente del Arenal. Lo tenía previsto así que me tomé esos primeros metros para coger pulsaciones. Una vez superado el escollo, busqué estelas. Dos calvitos delante, con camisetas del Ahletic fueron mi objetivo. Mi corazón txuriurdin se impuso a mi cordura física y me fui tras ellos. Iban un punto por encima de mi ritmo pero contaba con mi resistencia. Al no ir pegados a la ribera se mostró un circuito lleno de subidas y bajadas. Algo de lo que no me acordaba y que me fue minando el ritmo. Afortunadamente soplaba una ligera brisa que calmaba el ardiente astro rey. En el repecho de Euskalduna, el mas duro de la ida, uno de ellos se quedó al acelerón del otro y me fui en pos de él. Me encontraba bien y pensaba en remontarle a la vuelta. Llegamos al punto de vuelta y todo el plan al traste. Eolo paró su empuje y Helios me azotó en todo el frontal. Un subidón de calor que desnudó mis carencias. Pensé en lo que quedaba y me acojoné. El calvito hizo como hace el Athletic con La Real en la liga.
Poco a poco se fue alejando. Confiaba en que pinchara y que yo recuperara sensaciones pero me pasó lo que quería evitar a toda costa. Quedarme solo. Con la vista puesta en el calvito le mantuve a una distancia prudencial pero al ir alcanzando rezagados, yo los utilizaba para descansar y él de lanzadera. Conclusión, al paso por el kilómetro cuatro, se me iba irremediablemente. Me uní a un grupo de desgajados del que se cayeron varios. Una chica de azul y su pareja de rojo me sirvieron de rueda. Llegamos a zona de txoznas. Y la carrera trascurrió entre efluvios a morcilla, txorizo frito y kalimotxo. Mi estómago rugió y perdí el paso un tanto pero animó mi espíritu. Tanto que aceleré y dejé atrás a mis compañeros de viaje, llegan al repecho del Arenal en progresión pero sin rivales. Solo un personajillo con una camiseta de Micky Mouse. En lugar de atacar, subí mi zancada y al coronar el repecho me puse detrás. Me vio y aceleró en la bajada pero no me dejó. No iba a sprintarle pero por la derecha apareció uno con una hortera camiseta de alguna ciudad oriental y lanzó el sprint. En la curva aguantamos los tres codo con codo pero en la recta de llegada le pedí a mis poderosas piernas un último esfuerzo para lanzar mis 92 kilos a todo trapo. Y respondieron. Tuve ocasión hasta de golpearme el pecho como Usain Bolt a pesar de llegar el 815, con 39.04.Nada más y nada menos que 100 puestos y 7 minutos peor que el año pasado. Solo dejando atrás a 96 corredores. El calor me fundió y me derritió.

Una semana después llegaban las pruebas físicas. Un trámite puesto que mi marca deben de ser 7 minutos, algo que yo supero con holgura. Pero las preparo para dar lo mejor de mi mismo. Tras un test de Cooper con 2520 metros en 12 minutos (Jueves) y un test de Course navette de 10 minutos (sufriendo el sábado) me sentía preparado. Además había realizado mentalización previa después de haberme visto el Mundial de atletismo, las etapas de La Vueta y la serie de Flash. Primero, coger la calle directamente delante del caseto para no perder ripio. Primer problema. Las tandas son tres y ello supone un tiempo adicional con el que yo no contaba. Y que sería clave puesto que en mi serie todos corrían 7 minutos y suponía que, al finalizar los 7, se paraba la cinta. Empezaba la prueba como siempre. Tranquilo y la espera de los minutos duros. Pero intranquilo porque veía que no me dejarían continuar mas allá. Y no solo eso, después de una semana dura de entrenamiento sentía las piernas cansadas (y partido el día anterior).
Los primeros minutos fueron incómodos al correr a menor velocidad de la que yo desarrollo habitualmente. Pasó el 1, el 2, cambio en el 3 sin agobios, paso por el 4 y lasaitasuna. Al llegar al minuto 5, el primero de los cambios perceptibles, me pilló despistado y durante dos largos pisé tarde pero recuperé el ritmo sin apenas esfuerzo. Llegó el 6 y empecé  a sentirme cómodo. Es un ritmo menor que el que yo llevo en carrera pero las continuas paradas y arrancadas van minando. Llegamos al 7. No había roto a sudar pero sentía fatiga aunque estaba dispuesto a sufrir. Pero tras dos largos, todo el mundo se paró, Koldo me dijo que hiciera lo mismo, que había terminado. Y yo, obediente me detuve. Para ver como en un lateral, un navarro seguía porque había pedido que le dejaran. Me cabreé bastante. Si te han invitado (como a todos los navarros) por primera vez a un curso, no des la nota. Y otra vez me habían parado en el mejor momento. Me sentía frustrado. Menos mal, que entre risas y descuido, Gaizka, pensando que todos habían acabado, paró la cinta y le rompió todos los esquemas. Que se joda, por espabilao.

La última prueba era el Memorial Kepa ta Arene de Derio. Una carrera popular por una buena causa. Una organización a favor de los niños con enfermedades raras. Nada más llegar me informé de como era el circuito. Al meter la carrera por el pueblo, reducen el repecho largo en la mitad, haciendo un callejeo llano en cambio. Esta carrera tuvo dos momentos claves. La primera ascensión al repecho largo y la segunda al repecho corto. Como veía que el recorrido era mas suave y me sentía bien (a pesar de haber pitado el día anterior a las 20.00h) decidí cambiar mi táctica conservadora por una más agresiva con el objetivo sobre todo de no correr solo. Nada más dar la salida, empecé a remontar desde mis últimas posiciones hasta llegar adelante. Forzando un poco el ritmo me coloqué en un grupo de varios juniors. Al iniciar el repecho largo, aumenté cadencia y en la breve subida, pasé a varios grupetos y coroné con fuerza. Para tomar oxígeno, cogí la estela de un grupo de chicas, a rueda de un tipo de rosa. Con este grupo hice el tramo de llano y cunado llegamos al repecho corto que antecede a la bajada a meta, el grupo se rompió y me  fui para adelante. Dos de las chicas me había cogido distancia unos pocos metros pero aproveché mi pericia en los descensos (es decir, lancé mi peso hacia abajo) y cogí rueda de nuevo, usando la inercia para adelantar a un dúo de muchachos. Paso por meta y llano. Empezaba a notar que iba un punto por encima de mis posibilidades. Llegamos al repecho largo. Mi grupillo se unió a otro y la subida se hizo en fila india. Decidí perder posiciones a propósito para no ahogarme. Aún así no perdí comba y subí con ellos. Al coronar el grupo se compactó. En el tramo posterior mi grupo adelantó a varios dispersos. Y el momento clave. El segundo paso por el repecho corto. De nuevo, el grupo se rompe y esta vez el que lo paga soy. Entro en crisis y ne quedo atrás. las piernas no me van y se me hace eterno. Con la idea de recuperar aire, me relajo y confío en el descenso pero ni así. Me voy quedando atrás y me pasa lo que no quería. Todo el tramo desde meta hasta inicio del repecho solo. Y no solo eso. El repecho largo me machaca y en su ascensión me adelantan varios corredores. Y peor, me pasan sin ninguna posibilidad de coger una rueda que me lleve hasta arriba. Corono solo y solo callejeo. Veo a lo lejos, tres chicos de unos 15 años, con evidentes signos de haber cubicado mal. Marco un ritmo con ellos en el punto de mira de mi gorra. Cuando parece que les recorto, que me echo encima, pegan un acelerón y se van con una facilidad pasmosa. Malditos hijos de puta imberbes de pies ligeros. Al rato, dos corredores mas me pasan. A esas alturas, solo quiero acabar. Boqueo, me duelen las piernas y tengo los ojos llorosos. Al tomar una curva miro hacia atrás y mucha distancia. Delante, mucha distancia. trato de cubicar pero al llegar al repecho corto, vuelvo a clavarme.  En el descenso, una chica me saca una treintena de metros pero ni ganas ni fuerzas de remontar. Encima, en la bajada, cojo el lado izquierdo ya que la meta está en una curva hacia ese lado. Y por el otro lado me pasa uno de rojo, me saca de rueda y se me va, alcanzando él casi a la chica de delante. Yo me conformo con dejarme ir y acabar. Para recuperarme me metí entre pecho y espalda, tres pintxos de chorizo a la sidra, dos acuarius y una coca cola. Estaba muerto.EL VERDERAPTOR EN ACCIÓN El cambio de estrategia me había sentado fatal.
Otro divertido verano preparando y disputando acontecimientos deportivos. A partir de ahora, a derramar ingentes cantidades de duende y arte en las canchas de baloncesto,

lunes, 21 de septiembre de 2015

FÉ EN ELLOS



Una brillante selección española ha ganado el oro en el Eurobasket 2015 después de un camino plagado de obstáculos los cuales han caido por el orgullo, el gen competitivo de esta selección y un Gasol estelar, imparable en ataque, inconmensurable en defensa, líder dentro y fuera de la cancha y MVP del torneo.

Y él protagonizaba la primera jugada del partido. Un tapón en el ataque lituano. Llull aparecía y con dos penetraciones daba las primeras ventajas. La defensa, in crescendo en el torneo, dejaba a los de Kazlauskas sin ideas y a remolque. Y la selección no era Gasol. Sergio Rodríguez dirigía y rompía defensa, Llull corría el campo, Mirotic se emboscaba en la esquina clavando los tiros y un dolorido Rudy pelaba cada balón tanto en defensa como en ataque. El resultado empezaba a ser claro y la ventaja era de 11 al finalizar el primer cuarto. 19-8.

La arenga del entrenador lituano en el intervalo tuvo poco efecto. La segunda línea española respondía. El eternamente esperado Claver sumaba en rebotes y anticipación defensiva y reyes convertía en arte lo que para los mortales es coger un rebote. Lituania se encomendaba a sus tiradores. Si acertaban, mantenían la distancia, si el aro escupía el balón, España reboteaba y corría. Y la ventaja aumentaba. 34-18 a 5 del final del segundo cuarto. Ahí vinieron los mejores momentos de los verdes. Kalnietis y Kuzminskas lograban dar tino a su bombardeo y estrechaban el marcador. Un triple en caída y sobre la bocina de Seibutis dejaban el marcador al descanso en un 41-33 que dejaba respirar a Lituania.
Pero poco aire pudieron tomar porque  Gasol y Ribas  echaron las manos a su cuello y ahogaron a los bálticos.
Entre los impecables movimientos del ala pivot y la puntería del alero, España se marcó un parcial de 11-2 que cercenó cualquier atisbo de reacción. 52-35 a 7 del final tras un triple de Ribas. Rudy caía lesionado tras un golpe en el bloqueo y no retornaba más a cancha. Su baja la cubría Claver de forma brillante. Tapones, rebotes, mucha actividad y un triple que colocaba el 60-42.
Gasol, esta vez, no era necesario. Pero dejaba destellos de que es un jugador de otra dimensión. Desde Jaabar, nadie ha ejecutado el gancho como el mayor de la saga.
Que la defensa era brillante lo demuestra el hecho de que en los primeros cinco minutos del último cuarto, España no anotó pero los lituanos solo arrancaron 4 escasos puntos. Basculaciones, ayudas y la intimidación de Gasol y Claver eran paredes contra las que se estrellaban los verdes. Bastó meter balones a Gasol y que los demás siguieran enchufados para que la distancia se fuera hacia arriba. Un triple de Llull a tabla destapaba el tarro de las sonrisas, de las lágrimas y de los abrazos. Con 27000 espectadores y 6 millones de españoles puestos de pie  aplaudiendo acababa el eurobasket 2015. Y con la despedida del arbitraje del número 1 europeo, Luigi Lamonica jubilado por la edad.
Un oro de fe, trabajo, sudor y Gasol. Porque yo diré a los cuatro vientos YO VI JUGAR A PAU!!

Con cariño para José Carlos.

SOLVENCIA

El paso del CD Iturriondo por el polideportivo de Lasesarre para enfrentarse al Boskozaleak ha dejado un reguero de goles y claridad por par...