La novena Copa de Europa para el Real Madrid. Después de fallar en dos finales consecutivas, para la tercera encontró ese coraje y garra que le había faltado en las anteriores. Con kilates de baloncesto, arrojo defensivo y la experiencia acumulada, los blancos no fallaron en su Final Four y derrotaron, primero a los turcos del Fenehbace (96-87) y en la final, a los griegos de Olympiakos (78-59).
LA SEMIFINAL
El inicio era más favorable para un
Fenerbahçe que intimidaba con sus torres cerrando el aro para los grandes del
Real Madrid y las penetraciones de los pequeños. Como tampoco había tiro
exterior, el plan igualaba el partido. El Madrid cogía las primera ventajas de
los tiros de Rudy y Carroll.
La búsqueda de los hombres interiores turcos
cargaban de personales a sus contrarios blancos. Los de Laso se apoyaban en un
activo y chispeante Sergio Rodriguez para seguir mandando en el luminoso. Los
de Obradovic utilizaron su poderío interior para recortar primero y ponerse por
delante después, gracias a un mate de Vessely. Y por delante terminaban el
primer cuarto después de una canasta en suspensión de Predlzic.
El segundo cuarto madridista fue sublime. Con Ayón y Nocioni como aguerridos estandartes lanzaron a su equipo en el marcador. Se asistían mutuamente, cerraban su aro y conseguían puntos y faltas. Un parcial de 7-0 obligaba a un tiempo muerto de Obradovic que no conseguía parar la sangría. Vesely era secado por Ayón y por ahí naufragó el barco turco. Dos triples de Rivers y máxima ventaja con un 34-23. Sergio Rodríguez manejaba la batuta a la perfección en un Real Madrid donde todos aportaban. Al contrario que en el Fenerbahce donde solo Goudelock y Vessely mantenían el tipo. Muy poco para un Real Madrid que olía sangre y se lanzaba a deguello alcanzando los 20 puntos con un triple de Rivers. El equipo turco no funcionaba ni en defensa ni en ataque, con 8 balones perdidos. Con una pausa para respirar, el Real Madrid dejaba la diferencia al final del cuarto en +20, 55-35.
En el tercero el Fenerbahce tiraba
de orgullo pero el Real Madrid lo hacía de puntería y respondía a las
trabajadas canastas turcas un carrusel de triples. Con uno de Rudy y otro de
Carroll, +27 con 67-40. Ahí entró la relajación blanca. Ayón cometía su tercera
falta personal y Vessely lo aprovechaba para conseguir canastas. No parecía más
que orgullo pero el Madrid no supo gestionar ese baloncesto rabioso.
El pivot
era ayudado por Goudelock y Bogdanovic y entre los tres rebajaron en un primer parcial hasta los -18
y tras un pérdida infantil madridista con canasta turca, Laso pedía tiempo
muerto con la diferencia blanca en +16, 67-51 y un parcial de su rival de 3-16.
El Madrid estaba un tanto desdibujado y había perdido frescura. Un momento de
dudas que se solventaron con tiros libres y con la vuelta de Ayón al parquet
que reclamó como suyo el territorio de ambas pinturas. El tremendo esfuerzo de
Fenerbahce era minimizado poniendo el +19 y terminando el cuarto con un tapón
de Nocioni sobre la penetración de Goudelock. 76-57.
Si quedaba alguna duda, Rivers
apareció en el primer ataque para conseguir su cuarto triple de cuatro
intentos. La fiesta en la grada y la efectividad blanca desquiciaban al
Fenerbahce. Muchas protestas y gestos que acabaron con dos técnicas y una
antideportiva y con el público turco tirando algún objeto en medio de los
gritos de Vessely que enardecían a los
suyos. Con los blancos pensando en la final, el Fenerbahce fue acercándose en
el marcador.
El Madrid alargaba sus ataques pero no conseguía puntos apurando
el reloj de lanzamiento y los otomanos, con todo perdido se lanzaron a la
desesperada a base tiros rápidos. Goudelock ponía a los suyos a 12 , 84-72 a
3.25. Nadar para ahogarse en la orilla. A pesar de la eliminación de Ayón el
partido no se le escapaba con Llull ejecutando, ahora sí, la canasta rival. Un
triple del base respondía a Goudelock y con ese +15 y el tiempo que restaba, el
Madrid evitó desgastes innecesarios y
caer en las provocaciones del rival dejando morir el partido en un insulso
intercambio de canastas.
Un segundo cuarto brillante unido a una segunda parte tirando de brega y experiencia, el Madrid se plantaba en la final de su Final
Four, esperando romper el mal fario de
las anteriores.
LA FINAL
La final empezaba con el Madrid algo
nervioso. La cerrada defensa helena y el
acierto de Lojeski daban las primeras ventajas a Olympiakos. Los griegos
demostraban ser correosos y aunque el Madrid empezaba con buen acierto
exterior, la pintura era de ellos y por ahí hacían daño. Y sin embargo el Madrid había empezado alegre
y anotador. Un mate de Rudy, tras rebote ofensivo ponía el 6-1 . Spanoulis
estaba excelentemente defendido pero sus compañeros sostenían el equipo. Sobre
todo Lojeski que martilleaba el aro rival y conseguía dar la vuelta, 10-16. La
brega defensiva de Olympiakos cerraba el camino a su aro e impedía los
lanzamientos cómodos. El Real Madrid no encontraba la forma de superar la
excelente defensa griega y se agarraba al coraje de Llull para coger aire. Las
diferencias no eran grandes pero el tempo del partido lo llevaban los del
Pireo. Laso buscaba con los cambios romper la dinámica del partido. Los de
Sfairopoulos lo tenían claro, impedir el
juego eléctrico blanco con una agresiva defensa, aún a costa de cargarse de
faltas personales pero mandando en el marcador. 15-19 al final del primer
cuarto. Los hombres de Laso no se encontraban cómodos y aunque defendían bien,
no lograban anotar con fluidez.
Tras el intervalo aparecía uno de
los héroes de la semifinal.
Nocioni, bien secundado por Maciulis, solo
necesitaba unos minutos para empatar el partido a 22 y levantar el ánimo de la
grada. Spanoulis, que había empezado el cuarto en el banquillo, volvía a pista.
Con una canasta marca de la casa, devolvía la ventaja y Olympiakos subía la intensidad
defensiva, rozando muchas veces lo antideportivo en algunos contactos
destinados a parar las rápidas transiciones blancas. Pero el partido era
dominado en ambos lados por el argentino Nocioni. Su defensa y sus buenos movimientos
ofensivos, liberaban compañeros. Maciulis conseguía con un triple, adelantar a
los suyos. Con el listón muy alto por las faltas griegas, los madridistas
fueron penalizados con varias faltas que
acercaron a los del Piero a la línea de tiros libres. Los aciertos helenos en
lanzamientos desde la línea de 5.75 no permitían a los de Laso irse en el
marcador. Como la efectividad anotadora griega era pobre, su coach pidió tiempo
muerto para enderezar los ataques.
Y le salió el tiro por la culata porque las jugadas
fueron peor ejecutadas permitiendo contraataques blancos, aumentar la renta a
8 puntos y la imperiosa necesidad de volver a pedir tiempo muerto. Algo
espabilaron porque Hunter encestaba tras cuatro minutos sin hacerlo su equipo.
Pero se encontraron con un triple final de Rivers que ponía mas en franquicia
el marcador al final del segundo cuarto. 35-28 con un +7 de ventaja blanca y la
dinámica del partido cambiando de bando.
El tercer cuarto veía a un Olypiakos
tratando de parar el ritmo del partido y a un Madrid más confiado y sacando
provecho de su velocidad. Llull corría la cancha tras rebote y anotaba un cesto
marca de la casa. El Olympiakos seguía a lo suyo, posesiones largas y tratar de
parar las contras tras rebote defensivo blanco. Pero no hace falta correr para
anotar y Rudy conseguía el +11 con un triple que obligaba a Sfairopoulos a solicitar un tiempo muerto. 40-29. El
Olympiakos varió y empezó a correr y
tras dos canastas en rápidas transiciones era Pablo Laso el que pedía tiempo
muerto. Las remontadas griegas eran conocidas y el vitoriano quería impedirla.
Pero no acertó. Los tiros no entraban y de nuevo surgió la figura de Lojeski.
Entre él y Sloukas bombardearon el aro blanco y lograron un parcial de 12-0
para poner en el luminoso el 40-41 y la ventaja era griega. Cambios en el
Madrid y de estos cambios es Carroll el héroe. Tras cuatro triples errados de
forma consecutiva por las huestes de Laso, Carroll atinaba y no uno ni dos,
sino con tres triples que devolvían el parcial anterior. Tras unos minutos sin
anotar el Madrid encontró el filón Carroll. Se defendió mejor y se pudo correr.
El Chacho anota una bandeja y la ventaja llega a los 8 puntos. De nuevo , como
en semifinales, el Madrid tuvo un momento de dudas pero esta vez fue Carroll el
salvador. La aportación de Sloukas permite a Olympiakos no perder la estela y
acabar el cuarto con -7 de diferencia. 53-46. Quedaba un cuarto y se esperaba a
los griegos. Se esperaba su enésima remontada pero el Madrid se retiró de la
cancha juramentado para que eso no ocurriera.
Y para realizar eso nada como el
Txapu. Olympiakos estaba mas pendiente de anotar que de gastar fuerzas en la
defensa, y con eso descuidó su retaguardia. Con Sergio corriendo, Nocioni en todos lados
y Slaughter como un titán, el Madrid elevó la renta hasta los 10 tras una canasta del pivot de California.
60-50. Un triple de Sloukas permitía soñar a los helenos que tuvieron un ataque
para acercarse a 5. Pero lo que parecía una canasta segura, se tornó en robo de
Sergio Rodriguez que cruza la pista y
asiste a Nocioni fuera de la línea de 6.75. El balón vuela y se incrusta en la
yugular del Olympiakos que se empezó a
desangrar. En semifinales, Olympiakos remontó nueve puntos de la mano de
Spanoulis pero en la final, el base de Larissa estaba seco de anotación y de
movimientos. La excelente defensa de Rivers y las constantes ayudas de los
compañeros de este, lo dejaban en un -2 de valoración. Con cinco minutos por
jugar el Madrid gestionó las embestidas griegas. Y con Nocioni, justo MVP,
demostrando el porqué.
Porque lo mismo anotaba un triple manteniendo los 10 de
ventaja que colocaba un tapón sobre Sloukas anterior al contraataque con
el que Llull ponía el +13 con dos tiros libres a 4.15.
Cuando un equipo llega tres veces a
la final de la Euroliga es por algo. No solo el baloncesto se la debía al Madrid
por su constancia sino que el alegre juego blanco, vibrante y ofensivo se merecía el cetro que en anteriores
ocasiones se le negó. En esta ocasión, unió a ese desenfado ofensivo una
admirable entrega defensiva para anular a Spnouilis. A la tercera fue la
vencida. Faltaba Nocioni en las dos anteriores.