domingo, 21 de septiembre de 2014

NO COMPITO, ME LIMITO A SOBREVIVIR

Después de que me cambiaran la subida a Artxanda a Marzo y dada la cada vez mas decepcionante estructura de esta carrera, este verano he diversificado mis actuaciones, con tres carreras populares, las siempre trámite pruebas físicas y una travesía a nado.

Esta última fue la primera allá por el mes de Julio. La 75 travesía a nado de la Ria del Nervión fue una experiencia que me hacía mucha ilusión y en la que participé a pesar de llevar cerca de dos años sin nadar y de la grima que le da a mucha gente meterse en La Ría. Para preparar la distancia (650 metros) subí a las piscinas a encontrar el límite y el ritmo.
Tres fueron los días que nadé con la intención de que pasar el corte de mitad de carrera (12 minutos) y con este bagaje me planté en el pantalán de Pío Baroja. La primera en la frente. Obligado a entrar de golpe en el agua, el shock de lo fría que estaba ya me dejó casi ko y el esfuerzo de cruzar a lo ancho hasta la línea de salida me agotó. Agarrado a una de las boyas esperé el pistoletazo intentando recuperar aire. Como viene siendo habitual salí último. A partir de ahí todo es mejorar. Pero con lo nervios y el primer esfuerzo, salí sin ritmo, sin palada y me costó avanzar lo suyo. Contaba con nadar sin obstáculos pero me encontré con nadadores que me molestaron. Sufrí lo indecible. Marqué como objetivo la boya de vuelta pero se me hacía eterno. Tanto, que por un momento pensé en abandonar y llamar a la piragua de apoyo. Ahí surgió mi espíritu competitivo. Hasta la boya llegamos y con La Ría ya libre de nadadores pude avanzar, con grandes bocanadas de aire hasta que conseguir llegar. Y agarrarme a la boya a descansar. Ya había hecho lo más difícil. La vista de Bilbo desde ahí es un recuerdo indeleble. Una vez recuperado y después de tranquilizar a los de la piragua allá me fui. Más tranquilo, con agua libre y con mi motor diesel ya funcionando empecé a nadar como yo se. Y aquí disfruté. Cada vez que sacaba la cabeza del agua pensaba "estoy en La Ría". Y remonté. Primero pasé a uno que iba mas pegado a la orilla. No veía la meta por las gafas empañadas y eso me ayudó. Cogí una estela y la seguí y poco después adelanté a una chica. Delante dos pero acusaba el esfuerzo y cubiqué un poquillo. Guiándome por la publicidad de la orilla aceleré y conseguí rebasar a los dos pero se me hizo largo y en las últimas brazadas la chica que yo había adelantado me remontó y tocó panel por delante mío. Llegué tan exhausto que tuve que levantar dos veces la mano para poder tocar el panel de llegada. Al final no quedé último y con 20.22 dejé a tres por detrás mio.

Siguiendo con las pruebas que me hacían mucha ilusión la siguiente fue la Hiri Krosa en el día grande de la Aste Nagusia bilbaína. Nunca había participado en una carrera junto a 1199 personas. Me encontré con el compañero Unai y un colega suyo y con ellos empecé. Eso si, para cuando pasé el arco de salida, ya habían trascurrido 25 segundos de carrera y el primer kilómetro la mayor preocupación era no pisar y que no te pisaran. Este primer kilómetro era por las txoznas del Arenal, las que yo he recorrido tantas veces en otras condiciones. la gente muy amable, nos ofrecía cerveza, kalimotxo, porrillos etc.
Una vez en el puente del Arenal, la carretera se despejó un poco y llegó la hora de elegir táctica. El colega de Unai se fue como un tiro, demasiado rápido para mi que me quedé con Unai buscando mi ritmo. En el kilómetro dos decidí meterle un punto mas. Adelanté a bastantes y por ese tramo se quedó Unai. Aquí cometí un error. Me adelantaron jugadores de baloncesto que me saludaron y con ellos tuve un pique amistoso. Forcé la marcha para no solo no dejarles sobrepasarme sino que marqué yo el ritmo buscando al colega de Unai a ver si había reventado, pero no volví a verlo en toda la carrera.
Durante unos dos kilómetros tiré en cabeza de un grupito pero al llegar al Euskalduna, punto de retorno, entre la curva y varios rezagados, el grupo se disgregó, los jugadores aceleraron y tuve que dejarles ir porque veía que podía reventar. Me uní a un grupeto de siete que me llevaron hasta el kilometro 5 sin excesivos problemas aunque al paso por el repechillo del Guggenheim ya me avisaba de que el diesel iba justo. Y lo gasté acelerando en el puente del ayuntamiento y en el repecho del puente del Arenal. Arranqué desde abajo con fuerza y rompiendo el grupo pero nada mas coronar, pájara. Menos mal que lo que quedaba eran unos 200 metros y hacia abajo. Eso si, en ese tramo me pasaron cinco corredores del grupito anterior. Me dejé ir pasando a tres chicas que se pararon esperando a alguna amiga. Al final, puesto 717 con 31.51 en 6 km de carrera.

La siguiente prueba fue el Herri Krosa de Trapagarán. 6500 metros en un circuito a primera vista fácil pero con trampas.
Eran 4 vueltas así que decidí empezar la primera tranquilo, a carburar. Aproveché que cogí la estela de uno del pueblo que conocía a los fotógrafos para preparar mi perfil bueno y salir guapo en las instantáneas. En la parte del parque, que pica para arriba terminando en un fuerte repecho me fui para adelante. Al cruzar línea de meta me pasó un chaval de unos 14 años con arrancada bestial. Al rato se paraba, y arrancaba de nuevo. Intenté que no me descentrara y me rompiera el ritmo aunque lo tenía como objetivo. Me di cuenta de que paraba para esperar a su aita, así que le dejé por delante y le cogí rebufo.
El chaval seguía a lo suyo con la pujanza de la juventud y pasó lo lógico. Su aita explotó y después de recibir indicaciones de su progenitor, el chaval arrancó en el repecho duro y se fue.En esta vuelta me empezaron a doblar los líderes En el repecho citado dejé atrás a varios valientes y en el callejeo por el pueblo cogí un grupillo, del que me fui en el pequeño repecho después de meta. Había hueco por delante y me encontraba bien así que me marqué como objetivo un duo y un grupillo de cuatro que había unos metros mas allá. En el tramo de ligera subida del parque me eché encima del duo, que aunque intentaron seguirme se quedaron atrás, e incluso uno de ellos se paró a tomar azúcar. En las curvas del paso por el pueblo conseguí mi objetivo de adherirme al grupo deseado y con ellos afronté la última vuelta. Última vuelta eterna. El grupo aceleró nada mas empinarse la carretera, dudé porque me encontraba al límite y entre que decido yo y ellos aceleran, en un pispas me sacaron unos metros que ya vi que era imposible remontar. Miré hacia atrás y vi que el único rival era uno del dúo de la vuelta anterior. Bajé un poco el pistón y me cogió, y en el repecho duro lo solté con un latigazo. Un alarde que hizo que los últimos metros fueran una agonía. Aunque en esos últimos metros aún forcé un punto mas para doblar a Fortunato, un clásico de estas carreras populares de 84 años. No es para vanagloriarse pero eso me permitió terminar con fuerza. Al final, 176º con 35.47.

Llegaban las pruebas físicas. La course navette.
Esa prueba que marca el inicio de la temporada arbitral y que es un canto al mínimo esfuerzo. 7 minutos es lo que se me exige. Objetivo que no me altera las pulsaciones. Para motivarme, me fijo la meta de superar a Jimi. No empezaba yo cómodo. Me dolían las rodillas y quizás me había exigido mucho en los entrenos. Así que marqué los 7 como punto de inflexión. Los primeros minutos son sencillos, tanto que los pasé hablando con Carlos que corría a mi lado. Poco a poco se consumieron los primeros intervalos. Calentando cuerpo. Casi sin darme cuanta llegué a los 5. Me encontraba mejor y me dije, pues podemos ir mas allá. Hasta los 7 fue fácil. A partir de ahí, los que tenían ese tope se retiraron y me quedé con los de 8. Se llegó a ese dígito y en mi zona solo quedó Jimi. Con 9 quedaban bastantes al otro lado. Marqué  a Jimi con el reojo y como me veía con golpe de pedal lo aguanté. Al paso por el 9 estaba a gusto y llegó el momento clave. Jimi, pensando en que iban a parar la cinta (9 era el máximo para esa tanda) se paró. Viendo realizado mi objetivo y con afán de lucimiento seguí consumiendo pitidos sin darme cuenta de que al otro lado quedaban dos mas. Al minuto 10 dudé pensando en que pararía la prueba y para cuando quise arrancar de nuevo ya no tenía reprisse parando el crono en 10.10 con la espinita de no haber mantenido el pulso con los dos del otro lado del campo ya que me encontraba con fuerzas.

La última fue el Memorial Kepa ta Arene en Derio. 6000 metros en tres vueltas. Aquí me falló que cambiaron el circuito suavizándolo. Fiel a mi estilo empecé de los últimos buscando mi ritmo. Al llegar al primer paso por el repecho, me lo tomé con paciencia pero ahí estaba el cambio. A mitad de subida, giro a la derecha y callejeo completamente llano pasando por la casa de mi amigo Guti. Una vez asimilando que el circuito era mas suave cambié el ritmo y me fui del grupo donde estaba.
Los corredores estaban muy disgregados así que cogí referencias y fui remontando poco a poco. Al primer paso por meta, iba un puntito por encima pero con confianza. En la segunda subidita aceleré un poco más en busca de un grupo de cuatro al que sobrepasé en el giro hacia el pueblo. Mi inicio suave me estaba pasando factura pues tenía bastante desventaja. En uno de las calles perdí mis referencias. Los dos que tenía como objetivo a una veintena de metros se pararon de repente, los adelanté y me quedé sin estela a seguir. Delante mio había un dúo a unos cincuenta metros y otro un poco mas adelante. Quedaba mitad de carrera y tenía un boquete que remontar y otro se abría entre mis perseguidores y yo. Tiré de constancia. Me lancé en la cuesta abajo de meta (aquí sufrí el único doblaje de la carrera) y en el tramo de llano posterior al paso por la pancarta traté de forzar la cadencia pero al llegar al último paso por el repecho, la distancia reducida no era suficiente como para arrancar desde abajo. Mantuve el ritmo a ver si alguno de los de adelante flojeaba pero las fuerzas iban ya muy justas para todos y coronando tenía dos opciones. O me moría en un sprint largo de 1 kilómetro, sin tener claro que sirviera para algo, o mantenía el ritmo. Decidí lo último. Quizás si hubiera arriesgado hubiera cogido al dúo, porque uno se fundió en la bajada y al otro, sin forzar,  le recorté tanto en dicha bajada que posiblemente los hubiera cazado de haber estado mas fuerte mentalmente. Me había pasado mas de vuelta y media corriendo solo, sin un objetivo claro mas que rodar. Al final con 29.59 acabé 102º.
Y con esto, a partir de ahora, el esfuerzo físico será derrochado en los parquets de baloncesto.

SOLVENCIA

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